domingo, 19 de julio de 2020

Los dorados de Ocre & Oro - Poesía: VIDA

Los dorados de Ocre & Oro - Poesía: VIDA: Refiere el sufrimiento y enclaustramiento de la mujer al recibir la noticia de que padece un cáncer de mama y cómo lo vive su esposo. P...

viernes, 19 de junio de 2020

LUCEROS DE AMOR


 Ojos lindos...
 cuando me miran, son dos dos luceros,
que alumbran mi camino. 
Ojos lindos
tiernos, enamorados...
 llenos de paz y alegría. 
Cada vez que me miran, quedo extasiado,
 Si supieran cuanto los he esperado, 
cuanto los he amado… 
Cuando me miran guían,
mi camino. 
 Ángeles del amor, que traen la paz que da,
¡Dios!


 Simonpetrus


Bogotá, Junio 19 del 2020.

LOS HIJOS DE EUSTAQUIO MINA



 LOS HIJOS DE EUSTAQUIO MINA

  Un lunes en la madrugada, regresan al puerto de Buenaventura, Eustaquio y Jesús María; dos pescadores que habitualmente hacen  su trabajo en horas nocturnas en las  aguas del mar pacifico. Por tradición, en estos meses se recoge pescado en abundancia, pues es época de cuaresma. Pero el petróleo que van botando los grandes barcos cargueros y la pesca industrial indiscriminada, hacen cada vez más difícil la labor de los pescadores artesanales, como son los nativos de Buenaventura.
-Qué frío tan verraco; nos mojamos hasta el alma y casi no pescamos nada; dice el negro Eustaquio.
- Hermano, por el pescado que logramos coger, escasamente nos dan para la gasolina, le contesta su socio de aventuras Jesús María.
-Y el problema mayor es el dinero que necesito para mi muchacho; ya no tiene para sus gastos en Bogotá, y sin dinero ¿Cómo ira a  la universidad? Se pregunta lastimosamente, el negro Eustaquio.
Eustaquio Mina, nacido en Buenaventura, principal puerto sobre el océano pacifico Colombiano, después de veinte años de trabajo salió pensionado del terminal Marítimo, con una buena mesada mensual; pero el dinero no alcanza para cubrir los gastos de su hijo Wilson, que está terminando sus estudios universitarios, en una importante universidad de la capital; además debe hacer milagros para  la manutención del resto de la familia. Ah…y del ron, que diariamente comparte con sus amigos.
Negro Eustaquio, le decían cariñosamente sus compañeros en la época que trabajaba como estibador en el Terminal; se distinguió por andar muy bien vestido, (siempre de blanco) hablador, mujeriego y parrandero, eso sí, tenía fama de ser muy cumplidor con sus hijos; por tal razón era muy popular entre el sexo femenino, las negritas los buscaban para conquistarlo y de paso poder acomodarle un hijo. Está practica era el deporte favorito de la gran mayoría de mujeres que buscaban asegurar su futuro sin tener que trabajar demasiado; los elegidos siempre eran empleados del gobierno; algunas perseguían funcionarios públicos, como, policías, profesores, trabajadores municipales u portuarios; ya que con un hijo tenían asegurado su futuro económico, por lo menos hasta que cumpliera el muchacho la mayoría de edad; sencillamente tenían un hijo o varios con el paciente escogido, si el hombre no respondía a las buenas, le entablaban un proceso por alimentos, luego embargaban el sueldo y problema solucionado. Había algunos funcionarios hasta con diez embargos de diferentes mujeres. Eustaquio, lo tenían matriculado dos mujercitas con quien tenía hijos. Sol María Cuero, era una de ellas, además de compañera permanente, tenían dos hijas y un varoncito muy "blanquito" que era el orgullo del papá. Precisamente ahora estudia en Bogotá, para ser un importante abogado; decía muy orondo y orgulloso el negro Eustaquio.
El problema con el hijo "blanquito" de Eustaquio, era su afición al fútbol, que en realidad era su pasión. Desde que llego a la capital se convirtió en la estrella del equipo de la universidad, las compañeras de la facultad, sus más fervientes admiradoras. Allí conoció a Elsa, una paisana negra muy hermosa, que también estaba a punto de terminar la carrera de Abogada. Se enamoraron rápidamente, con el tiempo se les presentaría un gran dilema para los muchachos; matrimonio u estudio; pero…si se casaban  ¿Cómo terminarían sus carreras?
Doña Carmen Rincón, la madre de Elsa, nunca aprobó este noviazgo por varios motivos; Wilson o sea el "blanquito", aunque muy buen muchacho, le gustaba el trago, y con la disculpa de los partidos de  fútbol, siempre tenía un motivo para andar en juergas; pero lo más grave era que conocía a Eustaquio Mina, y el recuerdo que ella guardaba, era de un negro engreído, orgulloso y mujeriego; su hija no podía emparentarse, con una familia de negros borrachos e ignorantes.
­- Elsa, en un lloriqueo le decía a Wilson: mi mamá, no te quiere y jamás va a estar de acuerdo con nuestro matrimonio.
-Mi amor, yo voy a hablar hoy mismo con mi padre;  que él me va a entender y muy seguramente me apoyara en la decisión que tome. Si él no lo hace, tengo una propuesta para jugar fútbol profesional; lo único que me duele es no terminar mis estudios,  que son la mayor ilusión de mi viejo, le contesto Wilson.
-Pues las cosas no pueden esperar más; mi mamá ya está sospechando y, a cada  rato vive preguntándome, sobre los mareos y nauseas; decía  llorando la pobre Elsa.
-Yo te lo advertí le contesto disgustado Wilson.
-Ah… Ahora resulta que el problema es mío, grito Elsa
-No mi amor claro ¡que no! pero no quisiste cuidarte y, ya ves lo que nos pasa responde en tono conciliador, Wilson.
-No sé pero… está situación tiene que arreglarse inmediatamente; si mi madre se da cuenta, una guerra es poco para ella, contesto Elsa.
En el puerto, al desesperado  Eustaquio, ese lunes, la única posibilidad de conseguir dinero, era acudiendo al agiotista del pueblo y venderle su mesada pensional,  para poder cumplir con el giro de su hijo.
  -Que lío, pensaba el pobre negro; este prestamista es cada día más usurero,  vender mi sueldo al veinte por ciento es casi un robo, pero,  ¿qué hago?, si no le mando el dinero al muchacho no podrá estudiar; mis otros hijos me salieron borrachos e irresponsables, las hijas se metieron con la persona equivocada, se llenaron de hijos, me los dejaron para que yo los criara y luego se fueron tranquilamente  para los Estados Unidos. El único que ha respondido es mi "blanquito" respetuoso, inteligente y buen estudiante; muy buena gente, tan diferente a sus hermanos, parecen gorilitas de los feos que salieron y,  él tan diferente. ¿A quién saldría mi muchacho? a mí no porque soy un negro grande y feo; seguramente a la familia de Sol María, se respondía hablando solo.
Cada lunes a las nueve de la noche, Eustaquio, tenía como costumbre llamar a su retoño más querido; le comunico lo del envío del dinero y hablaron un rato de la familia, pero él lo notaba muy tenso y nervioso. Él negro, conocía a su hijo, por eso  le pregunto:
 -Bueno Wilson, qué es lo que te pasa, te noto muy preocupado, ¿hay alguna novedad que no me has comentado?
-Wilson, casi tartamudeando le dijo a su padre:
  -¡Me voy a casar! solo necesito que me des la bendición.
-Eustaquio, pegó un grito que sorprendió a todos en la casa ¿CÓMO DICE HIJO?
-Si padre; conocí a mi novia acá en la universidad; somos compañeros y está igual que yo, próxima a terminar la carrera. Es porteña y se llama Elsa Rincón, le contesto Wilson.
A Eustaquio casi le da un ataque al corazón; su mujer llegó apresuradamente a ver que le sucedía, ¿Qué pasa? Pregunto
-Casi nada, dijo gritando el negro, el "blanquito" se quiere casar. Hizo un gran esfuerzo y se recupero
-Bueno hijo, baraje el cuento más despacio y dígame:
- ¿Cómo es lo del matrimonio y quien es esa niña Elsa Rincón? (entre otras cosas ese nombre le sonaba muy familiar a él).
-Si padre, ella es nuestra paisana; su madre se llama Carmen Rincón; se vinieron del puerto hace ya como veinte años; aquí nos conocimos y  estamos enamorados, aunque doña Carmen no me quiere, y no me acepta como esposo para su hija, pensamos casarnos lo antes posible, le respondió  Wilson.
Ahora sí que le iba a dar un ataque a Eustaquio, si confirmaba lo que estaba pensando, pues él había conocido a una mujer muy hermosa trabajando en el puerto con la que tuvo  un amorío, pero ella desapareció sin dar ninguna explicación de la noche a la mañana. Más tarde le contaron que ella había viajado a Bogotá a donde unos familiares, porque estaba embarazada y no quería pasar vergüenzas ante sus amigos. El guardo la esperanza que Carmen le escribiera para aclarar las cosas, pero nunca recibió noticia alguna. La espina de que la hija de Carmen fuera hija suya, empezó a darle vueltas en la cabeza.
-Mira hijo;  mañana viajo para allá a primera hora, espéreme que allí llego sin falta. Esa noche no durmió ni un minuto pues las preguntas eran demasiadas. ¿Qué tal que la novia de su hijo, resultara ser hija suya también? - entonces serían medio hermanos- ¿y en esas condiciones como se iban a casar?  Eso sería pecado, y el único responsable sería él por no haber buscado a Carmen. A la mañana siguiente Eustaquio consiguió más plata prestada y viajo rumbo a la capital con la esperanza de dejar todo el asunto aclarado.
Llego al aeropuerto hacia el mediodía; Wilson lo esperaba en compañía de su novia, ese día lucia radiante de felicidad; tenía un aspecto raro en su cara, se veía hermosa, estaba un poco pálida y eso hacía que resaltara el color negro de sus bellos ojos. No había duda, era una mujer muy linda y tenía las dulces facciones de su madre.
 Cuando Eustaquio se acercó a saludarlos, pudo reconocer la mirada de la mujer que lo había abandonado años atrás sin siquiera darle una explicación.
Después de los abrazos y de la presentación de la novia; Wilson, le hablo a su padre como siempre lo había hecho desde que era un niño; de frente y sin ningún temor pues más que su papá (por el que sentía un inmenso amor y respeto) estaba el hombre en quien podía confiar. Le contó toda la historia y Eustaquio lo escuchaba atención y preocupación; estaba casi que aterrado, pues la idea de que fueran medio hermanos no se le salía de la cabeza. Y lo peor ¿cómo aclarar las cosas sin herir a nadie?
El negro Eustaquio, recordó ese día, qué en el hospital central de la capital, trabajaba un médico que había sido muy amigo suyo: él doctor Manuel Martínez, se conocieron en el centro médico del puerto cuando él hacia su año rural y trabajaba con los empleados portuarios. Formaron un grupo musical, además de jugar fútbol y parrandear todos los fines de semana. Esto los unió en una gran amistad. Así que sin pensarlo dos veces fue a buscar a su viejo amigo y allí lo encontró siendo ya el director del hospital.
-Mi querido doctor; fue el saludo del negro Eustaquio, cuando al fin pudo entrar a la oficina del médico.
-Negro desgraciado, por fin se acuerda que tiene un hermano abandonado, -le contesto el médico- se dieron un gran abrazo y hablaron por más de dos horas de lo humano y lo divino. Hasta que al fin el médico, le dice a su viejo amigo,
 - Bueno negrito; ahora si dígame ¿a qué debo el honor de tu visita?   
Eustaquio, medio apenado empezó a echarle el cuento completo de su vida y la  familia, y desde luego el problema del matrimonio de su hijo, la posibilidad de que fueran medio hermanos; mejor dicho el hombre estaba hecho un manojo de nervios.
El médico lo escuchó con mucha atención; luego dijo:
-Mire hermano, usted tiene conmigo un examen médico pendiente desde hace más de veinte años. Empecemos por ahí… Luego veremos qué pasa. ¿Qué tal si empezamos ahora mismo? recuerde que la última vez que estuvo en mi consultorio allá en el puerto,  quedo de volver en la tarde y todavía lo estoy esperando.
-¡Ay! mi doc. Es que yo no estoy enfermo, yo lo que necesito es arreglar los problemas con mi familia.
- ¿Y no dice que quiere aclarar las cosas?
-Pues claro, responde el negro
-Entonces voy a darle una orden para unos análisis de laboratorio, viene mañana en ayunas y empezamos.
-¿Estás de acuerdo concluyo el galeno?
Al otro día, Eustaquio, llego a las seis de la mañana; le tomaron muestras de todo, le sacaron según él, como un litro de sangre y lo mandaron regresar al otro día por los resultados.
Su amigo el doctor Martínez lo estaba esperando medio serio, medio contento.
 - Dígame, Eustaquio, ¿cuantas veces usted ha ido al médico en los últimos veinte años?
-El negro, se queda pensado un rato y luego le dice orgulloso ¡NUNCA!
-Pues le tengo noticias; unas buenas y otras no tanto.
- ¿Cuál quiere oír primero?
-Eustaquio, medio preocupado le dijo:
 -Bueno hermano, dígame las buenas. El médico le respondió: su salud es excelente… en casi todo.
-¿Y las regulares o malas? pregunta angustiado el pobre negro.
-Pues no son tan malas, pero son muy serias para su vida, responde el galeno
 -¿Entonces qué es?
El médico muy serio le dice con pena:
-Mi hermano del alma, usted nunca pudo engendrar hijos, pues tiene una enfermedad  congénita, que lo hace…estéril.
El negro por unos momentos se puso como blanco, quizás un poco gris… como un papel; quedó frío y desconcertado con la noticia que le estaba dando el médico. Sollozando le dice al doctor:
  -Hermano, deje de mamarme gallo, que yo soy su amigo y con estás cosas no se puede jugar.
¿Cómo me va a decir que no puedo tener hijos, si tengo seis hijos y siete nietos?
Su viejo amigo, el doctor Martínez, muy serio, incluso algo molesto le contesta:
-Pues le pusieron cachos, mi querido amigo.
Ya más calmado y con lágrimas en los ojos, el negro le responde: 
 -Ah… ¡No! Hermano mío.
A esos muchachos yo les cambie los pañales, les limpie el culo cuando eras bebes, los cuide cuando estaban enfermos, pase noches enteras en vela cuando no dormían, los lleve a la escuela… muchas veces he llorado con ellos, unas veces de alegría, otras de tristeza; me han sacado la piedra más de una vez, pero aun así los he amado con todo mi corazón.
Además me regalaron los nietos más bellos del mundo y mi, blanquito, es mi orgullo;  mi vida, ya va a ser doctor, igual que usted. Así que no me venga con el cuento que no son hijos míos; tal vez no los pude engendrar, pero estos son míos y no me los quita nadie; estos negros feos como yo, son mis hijos, son míos, Dios me los regalo.
El galeno quedó mudo, no podía responder; era demasiado el respeto que este gran hombre inspiraba, no le importo el resultado de sus análisis, ellos eran sus hijos, él su padre; solo pudo abrazarlo y derramar unas cuantas lágrimas con su entrañable y viejo amigo.



Escrito por:   SIMONPETRUS

martes, 5 de mayo de 2020


Tesoros en el cielo
    (B) 19 »No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar.20 Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar.21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón
La pandemia del coronavirus 19, ha sido el único suceso que puso al mundo en un encierro total, su poder de destrucción letal contra la raza humana es real y nos pone en evidencia. Sin la ayuda de Dios, no somos nada.
 Miremos países industrializados, como E.U, China, Francia, España, Rusia, etc. Con todo su poder militar y económico, ¿de qué les sirve? Si no pueden cambiar el rumbo de sus vidas, si no es voluntad de Dios. O ¿adónde se podrían esconder, si Dios no está presente?
Muchos son los que se ahora se acuerdan de Dios, y preguntan ¿qué está pasando? ¿Porque Dios permite que estas cosas sucedan? La respuesta es bien sencilla; los parámetros establecidos en el manual de convivencia (Biblia. Ex. 20: 1-17) han sido violados desde el principio de la creación.
 Todos nos hacemos los sordos, mudos, ciegos y de alguna manera convivimos en el mundo carnal y vienen las aflicciones descritas en la Biblia; violencia, guerras, destrucción y muerte.
Pero no todo es malo hay esperanza; El amor del Señor Jesús, es incondicional y él ha prometido que nunca nos abandonará;  además la tierra está cambiando, las aguas de los ríos y mares ahora son más  limpias, los animales reaparecen tímidamente y el campo da sus frutos frescos.
Si aprovechamos el tiempo tendremos un rencuentro con Dios y la familia; así mismo podríamos someternos al Dios de la vida y pedir perdón; recordando que las verdaderas riquezas están en el cielo, que nuestro paso por la tierra es transitorio, efímero…todos tenemos una cita asignada con Dios, donde rendiremos cuentas.
Así que sería bueno decidir de una vez por todas, ¿acumulamos riquezas en la tierra o abonamos el camino para el regreso a nuestra casa celestial?
Podríamos  cambiar odio por amor, indiferencia por servicio, orgullo por humildad, rencor por perdón, la guerra por la paz. Dicho en otras palabras: ¨No le hagas a tú hermano lo que no quieres que te hagan.´
Los tiempos son malos, quizas mañana sea tarde, tú decides perdonar y vivir, o dejar que el odio y el rencor te invada.
Las citas Biblicas son tomadas de la Biblia NVI.
Mayo 5-20